Micro Reflections

Gracias Pa

Gracias, Pa. Gracias por mostrarme aquello que no quiero ser. Gracias por ser la encarnación viva de todas mis pesadillas, un fiel reflejo de la persona que aborrecería ser. Gracias, Pa. Gracias por ayudarme a abrir los ojos, gracias por generarme tal asco que necesitara tomar un océano de distancia para poder respirar, cambiar de hemisferio para poder reencarnar. Gracias. Gracias, Pa. Gracias por, involuntariamente, proyectarme en una travesía para intentar develar los misterios de mi alma. Sin tu ayuda, este viaje intergaláctico nunca hubiese comenzado. Sin tu empujón aún estaría intentando seguir el camino de mi ídolo de la infancia, ese padre superpoderoso, fuerte, inteligente, divertido (esto medio dudoso), alegre, risueño, esa persona que con cualquiera que me cruzase, me hablaba de lo increíble que era. Todo mentira. Toda una fachada para esconder el monstruo. Una táctica de distracción, para generar una confusión generalizada. "Si es tan buen tipo, buen mozo, padre ejemplar, inteligente, ingeniero, no es posible que sea verdad". Claro que lo era, claro que lo es, y siempre lo será. Careta. Yo te vi la careta, pero fui demasiado débil para desafiarte. 14 años. 18 años. No me animé a pararme en frente tuyo, y desnudarte completamente. ¿Por qué? Nunca te tuve miedo. No es posible tenerle miedo a un sorete. Por ella. Tuve miedo por ella. Por ellos. Tuve miedo por ellos. Mami. Li. Gaspi. Tuve miedo por ustedes. Como el mandato machista denota, el hombre mayor tiene que hacerse cargo de la familia. Eso sentí. Eso sentía. Eso ya no lo siento. Gracias, Pa. Gracias. Gracias por ser todo lo que no quiero ser. Perdón, Ma. Perdón, queridos hermanos. Perdón, Gaspi. Perdón, Li. Perdón por no confiar en su fortaleza para poder lidiar con la cruel realidad. Un niño lidiando con la pubertad tuvo que convertirse en hombre de la noche a la mañana, tuvo que decidir. Y no había alternativa. No decidir era una decisión. Esa personita tuvo que ponerse las botas y salir al campo de batalla, descalzo y sin municiones. Un charco. Hay un charco inmenso entre nosotros. Eso me dio tiempo. Tiempo para cavar las trincheras, para entrenarme, para planificar la atracada. Con tiempo, sin prisa, con la cabeza fría y el café caliente. El tiempo es mi aliado. Tik tak. Tik tak. Tus arrugas se multiplican. Tu esquelético cuerpo se transparenta a través de esos músculos decrépitos. Tik tak. Tik tak. Los hilos de tus marionetas se deshilachan. Poco a poco se van cortando. Tu influencia declina. Te estás poniendo gaga. Pero no te voy a dar el gusto. No voy a aprovecharme de tu oxidamiento para agarrarte caído. Sería jugar tu juego de apelar a la lástima. "Pobre, déjalo, es un viejito". No. No. Y no. Responsabilidad. Acá cada uno toma responsabilidad. No voy a hacerle un favor a nadie dejándote vivir para tener paz familiar. ¿A qué costo? ¿De que seas un modelo para mis hermosos sobrinos? ¿Para tener miedo de lo que podrías hacer con Florcita? NO. NO, NO Y NO. No tuve el coraje para hacerlo por ustedes, Li, Gaspi, Ma. Pero lo voy a hacer por ustedes. Por vos, Flor. Por vos, Mateo. Por vos, Felipe. Por cortar el cordón de mediocridad en esta familia. Tik tak. Tik tak. Se te asoma la jeta, se escapan esos tentáculos detrás de la careta. Gracias, Pa. Gracias, charco. Gracias, Boluda. Chau, careta. Hola, Familia. Chau, Pastor. Hola, Manuel.

PS. Gaspi, yo también los amo familia. Lo siento, Pa, la barca está llena. No hay chalecos. Te encanta nadar. Nadá. Nadá. Seguí nadando eternamente. Sé la sirenita Ariel. Vas a necesitar su cola.