Micro Reflections

El algoritmo de la empatía

¿Empatía y algoritmo en una sola frase? Suena incorrecto.
¿Cómo combinar la racionalidad fría de un algoritmo con la calidez emocional de un acto de amor?

Estoy de acuerdo: parece contradictorio.
Aun así, me interesa explorar esa posibilidad.

¿Por qué?
¿Por qué no?

Esto requiere vulnerabilidad de mi parte. Me da miedo ser percibido como alguien demasiado racional, poco emocional, sin sentimientos.
¿Es eso verdad?
No es así como se siente para mí.

¿Cómo se siente? Crowded.
Abarrotado de emociones viniendo de todas direcciones. Necesito orden. Necesito un punto de partida.
Hoy empiezo por acá, con estas reflexiones.


¿Cómo acompañar a alguien que amamos... justo cuando más vulnerable está?

Momentos donde hay miedo, vergüenza, autojuicio.
¿Difícil? Claro.
¿Imposible? Por supuesto que no.

Empecemos por el final para entender dónde fallamos.

El contexto:

Festival en una ciudad lejana. Un fin de semana con viejos amigos.
Ocho hombres adultos actuando como adolescentes por unas horas.
Un combo venenoso. Turbio.

Solo basta imaginarlo para sentir cierta incomodidad.
Un grupo de hombres inseguros, usando el “permiso social” de una despedida para justificar excesos y evitar hablar de lo que en realidad sienten.
Un intento torpe de liberación.
Ok, me fui de tema.


Volvamos: ¿Cómo se apoya emocionalmente a alguien que amamos?

¿Cómo corrernos del centro de la escena para darle espacio al otro?
¿Cómo ofrecer soporte, comprensión, empatía, amor incondicional?

Un intento de borrador — imperfecto, flexible:

  1. Acusar recibo de cómo se siente la persona.
  2. Pedir permiso para compartir algo con carga emocional.
  3. Validar lo difícil que es abrirse desde un lugar vulnerable.
  4. Repetir paso 1.
  5. Proveer tanto apoyo emocional como sea necesario.
  6. Compartir emociones, no hechos.
  7. Volver al paso 4.
  8. Repetir los pasos 4–7 tantas veces como sea necesario.
  9. Usar otros pasos según lo que requiera el momento.

Ahora los hechos. ¿Qué pasó realmente?

Volví a casa. Compartí lo vivido con mi pareja.
¿Y qué hice mal?

  1. No reconocí cómo se sentía ella.
  2. No pedí permiso para compartir.
  3. No fui claro con mi vulnerabilidad.
  4. Enumeré hechos, no emociones.
  5. No pausé para chequear su estado emocional.
  6. Me victimicé en lugar de conectar con su sentir.
  7. Me frustré, declaré impotencia, mientras decía que “hacía lo mejor que podía”.
  8. Me sorprendí del mal resultado.
  9. Escribí esto para entender mi parte.
  10. Me reí solo al darme cuenta de lo boludo que fui.
  11. Me acerqué, la miré, y le dije:

“Perdón por no estar emocionalmente ahí para vos ayer, justo cuando más lo necesitabas.
En vez de escucharte, me centré en mis miedos e inseguridades. Te amo.”